lunes, 11 de junio de 2012

De luces y almas


 
Era una tarde muy fresca pero muy soleada también. Apoyada en la parada del colectivo, el mismísimo no llegaba. Miles de pensamientos pasaban por mi mente, pero a la vez imperaba la nada. Mis ojos se encontraban perdidos, mis oídos aturdidos y mi mente quería descansar. La ciudad me pesaba y el cielo se encontraba muy lejano aquella vez. La materia me rodeaba y asfixiaba mi ser. Deseaba con lo más profundo de mi corazón volverme un suspiro. Fue entonces cuando gire la vista noventa grados y por un segundo sentí mi espíritu  radiante impacientarse. Escondida entre deslumbrantes rayos de luz se escondía un tesoro. Probablemente pocos hubieran podido reconocerlo, pero el universo quiso que llegara a mí. Fui muy afortunada y mi cabeza logró ordenarse por un momento. Comprobé que las personas están tan sumergidas en esta sociedad capitalista que se deja engañar por bienes carentes de valor y deja escapar a los tesoros naturales, bellos, puros y totalmente sinceros que nos rodean como fue el caso de dicha sonrisa. Despacito eso se convirtió en memoria y se acomodó dentro de mí para quedarse para siempre; mientras tanto mi cuerpo se fue en aquel  bus.

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