Nos la pasamos pensando en el mañana,
esperando momentos que todavía no llegaron, ya sean desde los más cercanos
hasta los más distantes. Constantemente deseamos volver a instantes de alegría,
risas y felicidad. Cumplimos con nuestra vigente tendencia humana de querer lo
que no tenemos, o aquello que como viento se nos fue. Está en nuestro instinto,
en nuestro ser. Firme, penetrante, constante, seguro. Es nuestro gran defecto,
nuestra nefasta condición. Quizás por eso los días se esfuman cual humo, yo
realmente lo creo.
¿Y si disfrutamos el presente,
proyectamos el futuro y fotografiamos el pasado? Entonces así el presente sería
nuestro presente, el pasado sería nuestro pasado y el futuro quien sabe.
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